viernes, 24 de abril de 2020

Maite Profe: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, el gran pintor del barroco español

Para conocer al mayor creador del barroco español, sencillamente Diego Velázquez, os propongo visionar Velázquez, la cumbre del barroco español  (23,50 m.) que se acerca muy ajustadamente a la obra, circunstancias  y personalidad del genio. Vedlo con calma porque merece la pena al dar con algunas claves importantes. 

Además os aporto un esquema muy sencillo de sus diferentes etapas artísticas que permiten catalogar sus obras a lo largo de su vida. 

Nació en Sevilla en 1599 y falleció en Madrid en 1660La mayor parte de su reducida producción artística, unos 100 cuadros, fueron por encargo del rey Felipe IV. De su carrera artística se diferencian estas etapas:

Etapa sevillana (1599-1623): Se formó en el taller del pintor y tratadista Francisco Pacheco que será su suegro y promotor, junto con el Conde duque de Olivares. La temática será religiosa y costumbrista, con detalles de bodegón, realizada bajo las premisas del tenebrismo. Entre sus obras destacan La adoración de los Magos   - retrato de familia, incluida su hija recién nacida-, Vieja friendo huevos y El Aguador.(1618-19).
CRISTO EN CASA DE MARTA Y MARIA (1620): aparecen dos espacios diferenciados que dan lugar al engaño o trampantojo:
¿un cuadro, una ventana  otra estancia? juego tan característico del barroco y de Velázquez.
Primera etapa madrileña (1623-1629): Con la subida al trono de 1621 de Felipe IV y su llegada a Madrid en 1623 para realizar un retrato a modo de prueba, las vidas de ambos quedarán indisolublemente unidas. Gracias a su talento, Velázquez se instalará en la Corte para siempre y se convertirá en su pintor favorito. Su oficio - sin prestigio social alguno, considerado pura artesanía- le convertirá en el retratista del rey, de su familia, de su valido y de otros personajes de la Corte, como los bufones. Pero serán su cargos como aposentador o diplomático, los que permitan tener una vida holgada y sin preocupaciones. Lo más trascendental de esta época serán sus retratos aúlicos, de semiperfil o tres cuartos, tan austeros como solemnes (Felipe IV y el Infante Don Carlos, 1624-1627). Realiza también una obra poco convencional por su tratamiento como por su temática: Los Borrachos o El triunfo de Baco (1628), donde transita desde lo popular tenebrista tan propio de Caravaggio hasta lo clasicista mitológico tan característico de los Carraci.

LA TUNICA DE JOSÉ (1630):
 escena bíblica donde contrastan figuras oscuras y claras,

 populares y clásicas, con cielos azules abriendo el espacio pictórico. 
Primer etapa italiana (1629-1631): De visita diplomática e impactado por su talento, Pedro Pablo Rubens le alienta a salir de la Corte, donde tanto ha aprendido de las colecciones reales y le recomienda que viaje a Italia, a visitar Venecia, Bolonia, Roma... Con el permiso y encargos varios del rey, allí conocerá de primera mano toda su potencia cultural y cambiará para siempre su visión espacial y cromática en la pintura. Allí creará La fragua de Vulcano que, al igual que con Baco, mezcla una escena mitológica con una costumbrista, encajando la leyenda en un taller contemporáneo lleno de cuerpos como esculturas clásicas. Y La túnica de José.

Segunda etapa madrileña (1631-1649): en su etapa más fértil y brillante, realizará varias series de retratos para decorar las estancias del Alcázar o el Salón de Reinos, con fuerte carga propagandística y muy afinados psicológicamente.
BALTASAR CARLOS CAZANDO (1636): el malogrado heredero
 fue pintado resaltando su condición infantil
 y acompañado de un simpático perro pachón.
  • aúlicos de interior, más hieráticos (Felipe IV e Isabel de Borbón, 1632)
  • ecuestres al exterior (Felipe IVPríncipe Baltasar Carlos y Conde Duque de Olivares, 1635
  • cazando acompañados de perros (Felipe IV, Príncipe Baltasar Carlos e Infante Don Fernando, 1636
Los paisajes de la Sierra, tan celebrados por su logro atmosférico y esos azules tan característicos, los realiza con las vistas desde la ventana de su estudio.

De esta etapa son sus originales retratos de los Bufones de la Corte, donde los eleva y dignifica mientras practica además una pintura mucho más ligera y suelta, menos encorsetada.Todos magnificos, quizás destaca Pablo de Valladolid, donde el espacio se sugiere gracias a las sombras, al modo de Hals. 

Su obra cumbre de este periodo es la excepcional Las Lanzas o Rendición de Breda (1635), con una tipología poco común: la pintura histórica. El rey ideó una serie para el Salón de Reinos con victorias de un Imperio en horas bajas, que debían plasmar los mejores artistas de la época (Zurbarán, Maíno, Pereda, Carducho...) y Velázquez eligió esta de Flandes, cuando un Spínola victorioso recoge las llaves de Breda -momento inventado, pero reverencial, donde el perdedor no queda humillado- Al fondo, en un prodigio de perspectiva atmosférica, todavía humean los restos de la refriega. 

INOCENCIO X (1650) Las fabulosas telas y sobre todo el gesto del Papa,
 descolocó completamente al retratado que dijo al ver el retrato:
 "Troppo vero!" - ¡Demasiado real!
Segundo viaje a Italia (1649-1651): Velázquez vuelve a Italia en misión real para adquirir piezas para las colecciones del Alcázar Real. Encumbrado y reconocido internacionalmente, se establecerá en Roma donde el Papa Inocencio X le solicitará un retrato. También realizará uno soberbio a su liberto Juan Pareja. Tuvo tiempo para practicar la pintura al aire libre en los Paisajes de la villa de los Medici (1651) y para enamorarse, lo que dará pie a la creación de su obra más llamativa, que rompe radicalmente con toda su trayectoria temática: la Venus del espejo (1651), probablemente su mujer italiana con la que tuvo un hijo y a la que tuvo que abandonar por la insistencia del rey para que volviera a Madrid, bajo pena de arresto. Velázquez hizo así el primer desnudo de mujer en el Barroco español, completamente vinculado a una iconografía de deleite, de tradición italiana. 

Última etapa madrileña (1651-1660): en su madurez, retrató a Felipe IV por última vez (1655)  y sobre todo se dedicó a la Infanta Margarita (1654 y 1660), a la inmortalizó con pinceladas sueltísimas, llenas de materia pictórica, y en entornos muy aireados, en varios retratos individuales y en el más famoso retrato colectivo de todos los tiempos: Las meninas (1656), lleno de enigmas, tan propios del Barroco y del pintor. Lo más destacado es el autorretrato del mismo Velázquez pintando, una reivindicación de su faceta de artista y no artesano, ennoblecido con la Orden de Santiago. En estos años también realizará Las hilanderas (1657), que retoma la unión entre lo cotidiano y lo mitológico en torno a la historia de Atenea y Aracne. 


Diego Velázquez morirá en 1660, después de preparar para el rey toda la logística de la trascendental Paz de los Pirineos, entre Francia y España.

Su influencia en la Historia del Arte es monumental, inconmensurable, incalculable. Todos los artistas posteriores del mundo entero, desde Goya a Picasso, generación tras generación, han sido invariablemente hechizados por su genialidad. Todo ello se cuenta en un cómic como éste:
Santiago García y Javier Olivares son autores de "Las Meninas", Premio Nacional de Cómic 2015
Velázquez se ha convertido en uno de los personajes más carismáticos de la serie el Ministerio del Tiempo, donde los guionistas han logrado humanizarlo. En este extracto se observa a un pintor muy pagado de sí mismo, entre varios momentos con otros artistas. Que lo disfrutéis. 

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