(Somos) Protagonistas y Testigos de la Historia

Los estudiantes de Historia de España en Bachillerato Nocturno son Protagonistas y Testigos de la misma. Estos son sus diarios. 

* 30 de Septiembre de 1835 
(Noble de la Camarilla de la Regente)
Amanece otro día más al servicio de la Regente del país. El cielo ha amanecido despejado y espero que siga así,  porque las cosas fuera de palacio están muy tormentosas.
Hace tan solo unos pocos días el señor Mendizábal ha tomado las riendas del tercer gobierno de la regencia de María Cristina. Se rumorea que éste quiere cambiar todo lo habido a base de  fuertes reformas liberales.
Las cosas parecen estar revueltas debido a que por palacio anda la Regente un poco alterada, de hecho, ya ha cambiado de desayuno como unas tres veces ya que nada la logra convencer, y creo que es debido a la reunión de ayer con Mendizábal.  
El Jefe de Gobierno le ha entregado una especie de carta, creo que un manifiesto, que dice, según los arrebatos de la Regente, que quiere acabar de una vez con la deuda que tiene el Estado sacando el dinero de donde sea posible, y lo  llevará a cabo mediante desamortizaciones a la Iglesia y conventos y exigiendo pagar impuestos a los nobles.
¡Qué barbaridad! ¡Dónde quiere llegar este hombre!
Se oyen rumores de que las juntas han sido disueltas e integradas en una nueva institución llamada diputación provincial o algo así, y que también se le ha dado nombre propio a la milicia, Guardia Nacional, ni más, ni menos
Frente a palacio hay ganaderos con el grito puesto en el cielo, al parecer en ese manifiesto también se decía algo sobre suprimir la Mesta.
Además, esta tarde, el informante del general Espartero ha llegado a toda prisa para advertirnos de que los carlistas están aproximándose a Madrid con afán de tomar la ciudad.
Estos carlistas tienen tomado ya todo el norte y creo que han conseguido Guadalajara y el oriente de Madrid.
Esta guerra civil está siendo de lo más espantosa, ojala que todo acabe pronto y de la mejor manera posible.
Bueno, ya me voy a la cama, que pronto llega el canto del gallo. Espero  descansar que mañana seguro nos espera un día largo e intenso, tal y como está la situación....

* Palacio Real de Madrid, 20 de septiembre de 1789.
(Diario de un Guardia de Corps)
El día ha despertado amenazando lluvia, con el cielo encapotado y el viento ululando entre los pórticos de Palacio. Poco a poco nos conducimos al otoño, dejando muy atrás aquellas jornadas primaverales de Aranjuez.
Después de un fugaz y furtivo desayuno en las cocinas de Palacio se ha iniciado la jornada matutina de entrenamiento de armas en el Patio del Príncipe. Tras más de dos horas dando y recibiendo mandobles, el Capitán Godoy ha dado por finalizada la instrucción y tras depositar en la armería las armas de entrenamiento, nos hemos dirigido a la Sala de Guardia para conocer los servicios encomendados.
“Me ha vuelto a tocar la Sala de Audiencias”, otra mañana aburrida escuchando las suplicas y lamentos de los de siempre.
Justo antes de comer, se han presentado ante S.M. dos Sires franceses, otros dos de tantos que han pasado ante el Rey desde que en julio pasado se iniciasen las revueltas en aquel país, éstos traían nuevas noticias e hicieron entrega al Rey de un escrito, redactado en la Asamblea nacida de la insurrección, que por lo que puede entender, lo llamaban “la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”.

Según el Rey iba leyendo para si dicho documento, se podía ver cómo iba cambiando de color su cara, pasando del rojo, al morado y terminando en el blanco al finalizarla. Sin mediar palabra con los Sires franceses, ordenó al compañero y a mí que desalojásemos la Sala y se hiciera llamar de urgencia al Secretario de Despacho y Estado, Conde de Floridablanca, al Inquisidor General, Obispo Agustín Rubín de Ceballos y a su Capitán de la Guardia de Corps, Manuel Godoy.

Una vez han llegado a presencia del Rey sus ilustrísimas, han sido informados de lo que recogía dicho panfleto, donde se dice que los hombres nacen libres e iguales, que la soberanía reside en la Nación y no en el rey, que la ley la hacen los hombres por medio de unos representantes, que todo hombre es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad y muchas cosas más que iban poniendo cada vez más encolerizados a los allí presentes.

Tras finalizar S.M la lectura del panfleto, el primero en tomar la palabra ha sido el Conde de Floridablanca y en tono pausado, ha manifestado que se debería hacer todo lo posible por impedir la propagación del escrito en la Españas y dado que ya se encontraba cerrada la frontera con el país vecino por el cordón sanitario, que se procediera a requisar todo el material alusivo al contenido del escrito  y que fuese a cruzar la frontera.

En la misma línea ha hablado el Inquisidor General, quien ha propuesto emitir un Edicto prohibitorio sobre el escrito y todos aquellos que tengan la misma temática.

S.M. ha tenido a bien atender los consejos de sus dos prohombres y ha ordenado que se emitan las correspondientes órdenes para proceder como allí se había acordado, saliendo a última hora de la tarde los correos pertinentes.

Tras una cena ligera, nos han dado permiso para retirarnos, iniciándose la guardia nocturna, “esta noche libro y podré dormir de una vez”.

Llevo una hora tirado en la cama sin poder conciliar el sueño y he decidido escribir estas líneas en mi diario; no puedo dejar de pensar en el manifiesto leído en la voz del rey. En verdad son palabras perturbadoras, pero, ¿será verdad esos de que todos los hombres somos libres e iguales o habrá sido un sueño pasajero?… Habrá que dejar de soñar despierto que mañana es un día duro de entrenamiento, a dormir.


* Mar Océana,"La Fama", 5 Octubre 1804

(Diario del Almirante Diego Alvear)
Hoy me levanté con la alegría y celebración de los marineros al avistar Cádiz. La verdad es que este viaje ha sido muy cansado, muchos de ellos todavía tienen fiebre y yo sigo aquí con mi hijo intentando recuperarme.

Lo importante es que llegamos y que en España seré atendido muy bien. Nada como estar en casa después de de tantos años en el Río de La Plata.


La verdad es que no me puedo quejar, ha sido difícil pero ha merecido la pena, ahora con toda la fortuna compraré tierras a mis hijos y buscaré un buen partido a mis hijas, ya que luego se harán mayores y se nos echará el tiempo encima.

Descanso sabiendo que van seguros en el barco de Santa María de las Mercedes, además van con Don José Bustamante, un magnífico capitán.

Espero verlos nada más llegar a Cádiz. Seguro que también están deseando llegar, además sabiendo todo el dinero que llevamos, les debe dar inseguridad.

Pero no me preocupo porque llevamos una gran escolta, en total somos cuatro barcos, La Medea, La Clara, La Fama y La Mercedes, donde va mi familia.

Espero que el día de hoy acabe pronto y que pueda despertar encontrándome mejor y escuchando el murmullo del puerto, así sabré que ya estoy en tierra, que ya estoy en casa.

* Puerto de Gosport. Inglaterra. 10 de Octubre de 1804

Enfermo y destrozado me encuentro. Han pasado cinco días desde la batalla del Cabo de Santa María y todavía no lo puedo creer.

Yo soy militar, si hubiera estado en condiciones, yo mismo hubiera manejado la situación, hubiera tenido fuerzas para cruzar de barco y salvar a mi familia. Nunca me lo perdonaré.

He visto con mis propios ojos saltar por los aires el barco de Santa María de las Mercedes.

Todos mis planes, toda mi familia, menos mi hijo mayor iban en ese barco.

Esa misma mañana desperté con la alegría de la noticia de avistar Cádiz, lo que no esperaba, ni yo ni nadie, era que la tropa inglesa supiera de nuestro viaje, supiera de nuestra carga. ¡Malditos Ingleses!

Quien lucha por la tierra o por unas creencias es un verdadero militar, pero quien lucha para robar es un ladrón y un traidor.

No solo han acabado con mi familia, si no que se han quedado con más de quince toneladas de monedas, monedas que ni siquiera llevan su escudo.

Lo único que me alegra es que no han podido quedarse con el tesoro de la Mercedes.

Fallaron al lanzar ese obús, no sabiendo de la existencia de la pólvora en el barco.

Tengo deseos de venganza, porque sé que la habrá. Deseo recuperarme y unirme al ejército español para terminar esta batalla que han empezado ellos.

Odio a los ingleses y odio estar en su tierra. Lo único que me da fuerzas es que sé que en esta batalla no estaremos solos; Francia nos ayudará porque sé que los odia tanto como yo. Iré, lucharé y moriré en el intento si hace falta.

Ya mi vida no tiene tanto valor, prefiero morir y vengar a los míos que vivir y seguir muerto.

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