Se trata de una obra de arte escultórica, concretamente de uno de los dos grupos sepulcrales realizados por el italiano Pompeyo o Pompeo Leoni: Carlos V y su familia. Lo elaboró por petición expresa del rey Felipe II, para quien hizo otro grupo similar, para ser ubicado en el Monasterio de El Escorial, convertido desde entonces no sólo en Palacio y Monasterio, sino también en Panteón Real. Fundido en bronce hacia 1592, en los años finales del XVI, durante el Renacimiento en España, esta composición se emplaza en un lateral de la capilla escurialense, en un suntuoso nicho entre columnas clásicas de mármoles de colores, un tanto insólita entre la sobriedad del entorno. Es un grupo orante, presidido por un Emperador arrodillado, presentado como el gran adalid de la Cristiandad, poderoso, distante y solemne, con armadura y capa con los escudos territoriales en relieve, pero también sometido a los designios de un Dios al que dirige, humildemente, sus rezos. Su función es religiosa y sobre todo, claramente propagandística.
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